Como en la novela de Joan Sales, Incerta Glòria, en la que hay una parte donde se narran en forma epistolar las vivencias de un joven teniente del bando de los vencidos, Papers de la Guerra es un soldado el que da su testimonio mediante unas cartas escritas a su madre.
Unos papeles escondidos en lo alto de un armario son encontrados por un nieto en casa del abuelo Josep Castells en el momento de hacer reformas. En la posguerra se escondía todo lo que te pudiera comprometer. En ese caso, era su participación como soldado en el bando republicano. Es un diario entre marzo 1937 y el final de la guerra. Pau Vinyals es el actor, dramaturgo y codirector. Él representa el nieto que en forma leída combinada con monólogo y gestualidad va pasando de forma repetitiva las hojas del calendario. Magnífico trabajo el de Pau Vinyals.
En la sobriedad del escenario y con un silencio oprimente, un miembro de la familia Castells, el hijo de Josep Castells que escribió el diario acompaña al actor. Silencioso durante toda la obra, va dibujando en el suelo las montañas de Teruel y el paisaje por el que fueron pasando los soldados en su retirada.
La inocencia y la sencillez de las cartas demuestran lo que era frecuente: soldados sin ideología que iban a la guerra sin la ilusión de defender los ideales de la república, chicos que se encontraron allí sin ningún compromiso político y que sólo querían que terminara la guerra, ganara quien ganara. Esto es el sin sentido de la guerra y lo que nos aporta esta obra. Son vivencias que están en nuestro imaginario colectivo, tenemos una necesidad de contar una guerra que no ha sido redimida, ni admitida. La memoria histórica ha quedado ahogada por el Volveran banderas victoriosas que tantas veces oímos y tener que cantar. Con el himno de España y a un volumen cada vez mayor, la incomodidad entre el público es manifiesta, nos ha devuelto a una dictadura que aniquiló incluso los recuerdos. A partir de ahí ya conocemos la historia.