A pesar de estar, seguramente por ignorancia, muy desvirtuada en el imaginario colectivo de la gente, la disciplina del clown tiene, en realidad, un abanico de posibilidades infinitas todavía pendientes de ser descubiertas. Como buen ejemplo de esta flexibilidad a la espera de ser explorada, se presenta esta versión payasa de Othelo, adaptada y dirigida por Gabriel Chamé. Sin complejos y con una energía trepidante, la genial propuesta es todo un ejemplo de maestría cómica donde el circo y Shakespeare se dan la mano con una naturalidad a pasmosa. Los cuatro actores expertos en técnicas humorísticas y de expresión corporal no sólo consiguen dar risa con una tragedia como ésta, también saben adaptarse al texto para, en momentos dados, construir secuencias poéticas o, incluso, emocionar al público. Además, en ningún momento se pierde el respeto por el dramaturgo inglés: al contrario! De lo que se trata es de explicar la misma historia desde un lenguaje diferente del que estamos habituados y, así, dotarla de una vitalidad, frescura y un espíritu totalmente innovadores. Se tiene que tener mucho talento y valentía para abordar esta aventura y no acabar haciendo una mamarrachada. Pero el caso es que el resultado es tan contundentemente gracioso y fascinante que hace que acabemos olvidando el riesgo que suponía un montaje de estas características.
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