Sentado en una butaca un hombre explica al público, sus confidentes, un segmento de su vida en el momento en que ha perdido a su mujer horas antes. Durante esta confesión de poco más de una hora, narra cómo se conocieron, cómo se llegaron a casar y este trágico final. En todo este viaje en los recuerdos del protagonista descubrimos que hizo bandera de la severidad y la frialdad, consecuencias de un orgullo extremo causado por una vida llena de humillaciones. En los silencios veía como crecía su fuerza y como se imponía a su mujer. Creía que fortalecer estos momentos le reportarían todo aquello que siempre había deseado.
Andreu Benito es el polo de atracción de esta obra, con su oratoria y su presencia en el escenario. El peso de la historia es soportado por Benito de una manera estoica y contenida, con momentos de estallidos de rabia, pero al mismo tiempo demostrando que el orgullo del personaje no le permite dejarse llevar por el profundo dolor que siente.
El texto exuda el dolor y la culpabilidad de una relación desigual que acaba trágicamente. Intentando explicar las causas, sin justificaciones, y contextualizando la situación. Como todos los relatos de Dostoievski, la complejidad psicológica de los personajes, los que están en escena y los que no, marcan las acciones y el devenir de la resolución de los conflictos.
Benito soporta muy bien el peso del texto, y va guiando a la espectadora en su relato cronológico con cierta habilidad, pero tiene en contra una parte esencial del montaje. La estática de la puesta en escena, el hecho que el protagonista no se mueva casi de su ubicación durante toda la obra, densifica la obra innecesariamente. Esta quietud querida, seguramente para dar más peso a las palabras, provoca en el público momentos de desconexión con el relato y lo que está pasando. Todo esto, hace que cueste seguir la historia y haya la sensación que la espectadora se ha perdido en algún momento y que no sigue el hilo que se le muestra. Con algún movimiento más o una interacción gestual con el público más próxima y agitada, el texto habría acabo de tener el sentido confesional que se esperaba, con una espectadora activa y expectante.