¿Tu trabajo es un espacio de libertad para ti? Esta pregunta que parece inocente esconde una reflexión bastante interesante sobre qué es para cada individuo la libertad y cuál es el espacio que ocupa y dirige el trabajo en su vida.
Todo empieza con Maude, una periodista autónoma que no puede abarcar todos los artículos que tiene en marcha para conseguir lo que ella se ha establecido como prioritario: una carrera relevante. Y mientras le va preguntando a la gente que entrevista si el trabajo de estos le aportan libertad, no se da cuenta que quizás se tendría que hacer esta pregunta a sí misma.
Con esta reflexión de fondo, y sobre el peso que le damos a cada aspecto de nuestro día a día, la obra va presentando a diferentes personajes atrapados en las vidas que llevan como autómatas. Personas que no se plantean moverse de este espacio que les ha sido asignado hasta que se produce un punto de inflexión. Y es este momento el que les hará replantearse qué hacer con su presente, dejando de banda como llegará el futuro.
Entre los personajes encontramos a un creativo de una agencia publicitaria, una responsable de cuentas de la misma empresa, una profesora, un concursante de un sorteo para ganar un coche, una cosedora de sostenes y un trabajador de una cadena de automoción. Y como hulo que los entrama a todos, la periodista.
Aunque el texto es muy atrayente falla alguna cosa en su estructura, porqué pese a que sí hay un hilo conductor entre estos personajes, en cierta manera la obra queda partida en tres segmentos muy diferenciados que no acaban de fluir. Está claro que son las tres fases que vive Maude para hacer su evolución, pero en algunas ocasiones este viaje no acaba de ser natural. La transición se ve forzada en la narrativa dramática y hace que la espectadora se dé cuenta cuando se está preparando un momento que cambiará el camino de la Maude. Y este conocimiento previo hace perder la atención en más de un momento. Quizás el texto necesita esta segmentación, pero llevado a escena queda un poco abrupto.
En lo referente a las interpretaciones, destacar especialmente la naturalidad de Carla Torres que desaparece totalmente detrás de su personaje y nos presenta una Maude directa, clara, sincera y muy espontánea.
El tema que trata esta pieza es muy interesante y se te queda en la cabeza durante bastante rato, incluso un par de días después de salir del teatro. Empiezas a plantearte si tu eres una de estas personas que van con inercia por la vida. Tiene mucho mérito conseguir todo este revuelo de ideas con una producción de estas características.