Hemos abusado tanto de lo etiqueta “teatro necesario” (en algunos casos, incluso, de forma excesivamente generosa) que, cuando nos encontramos con un espectáculo que de verdad merece esta denominación, parece que la expresión ya no tenga valor suficiente. Sin embargo, sería injusto no mencionar, por estas cuestiones, la gran importancia de que existan montajes como Només una vegada. La pieza expone con gran inteligencia, precisión y un conjunto de matices sorprendentemente aterradores un caso de violencia de género muy bien escogido. Marta Buchaca escribe un magnífico texto con una atmósfera de thriller que potencia su intensidad pero sin banalizar su contenido ni perder nunca el respeto por el tema, el rigor o la verosimilitud. Lo más interesante de la historia es la manera en la que explora los aspectos más delicados y complejos del maltrato y del machismo, abriendo un abanico de interrogantes verdaderamente reveladores. El hecho de usar personajes que se alejan de los estereotipos que todos tenemos a la cabeza como espectadores hace que la identificación con el conflicto genere un debate mucho más enriquecedor. Quizás, la escena final es la que transita más cerca de una línea más obvia pero, al mismo tiempo, es necesaria para obtener las conclusiones oportunas. Por lo tanto, a pesar de resultar mucho más memorable en aquellos fragmentos que nos hacen dudar que no cuando deja clara su tesis, no hay ningún tipo de duda de que se trata de un trabajo impecable que, por cierto, también está espléndidamente dirigido e interpretado.
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