Finalmente, después de presentarnos In memoriam y Revolta de bruixes con repartos separados (y sin tener en cuenta el espectáculo infantil Moby Dick), ha llegado el montaje donde la Kompanyia Lliure ha podido lucir su gran potencial como grupo en conjunto. De la mano del brillante director Pau Carrió, que ya había demostrado su talento con las puestas en escena de Victòria d’Enric V, L’hostalera y Hamlet, estos jóvenes actores y actrices han encontrado el vehículo perfecto para ofrecernos un magnífico entretenimiento teatral que es un verdadero recital de carisma. Equilibrada, espléndidamente dirigida, ágil y divertida, esta comedia shakespeariana encaja como anillo al dedo con la idiosincrasia de la compañía, donde todos y cada uno de ellos y ellas tiene espacio para su momento de gloria. El tono, a veces elegante y otros alocado, fluye de maravilla entre las diferentes aportaciones interpretativas (algunas muy interesantes) y el buen gusto de la música en directo, la estética, el lenguaje físico y la escenografía. Quizás la duración es excesiva (más de dos horas) y añade un peso que se podría haber aligerado recortándole algunos minutos para favorecer su espíritu lúdico. Pero, en cualquier caso, es un verdadero placer ver un equipo artístico tan bien compenetrado, con tanta química, disfrutando tanto de lo que hacen y afrontando nuevos retos, sobre todo, si el resultado es tan contagiosamente disfrutable y placentero como lo es en este caso.
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