William Shakespeare escribió un total de dieciséis comedias, a pesar de que entre ellas se incluyen títulos ambiguos como La tempestad o El mercader de Venecia. Entre las comedias puras, muchos críticos consideran Noche de Reyes como una de las más exquisitas y completas. Aparecen temas y recursos muy típicos del género en el siglo XVII, pero también es de las pocas que hace encajar milagrosamente las diferentes tramas y que incluye personajes de una sola pieza, como por ejemplo la decididas e intrépidas Viola y Olivia o el ridículo Malvolio. Una pieza maestra que Pau Carrió ha dotado de vitalidad, ingenio y divertidas creaciones de personaje. Para poderlo llevar a cabo ha contado, por primera vez, con actores y actrices de La Kompanyia Lliure. Y el resultado, como no podía ser menos, es tan exultante cómo prometedor.
Un músico, una cortina hecha con leds y unas cuántas sillas son lo único que necesitan los diez actores para hacernos vivir una historia de confusiones, travestismo, amores no correspondidos y amistades a prueba de bomba. Todo empieza con el naufragio de Viola y su hermano, muy bien resuelto en escena por toda compañía al completo. Después vendrán los malentendidos, que dan pie a las situaciones más divertidas y a la exhibición personal de actores como Joan Amargós, Enric Auquer o Quim Àvila, que realmente destacan con sus composiciones. Y ya finalmente damos paso al amor, donde unas acertadas Clàudia Benito y Raquel Ferri llevan la voz cantante de esta comedia, que algunos han catalogado como una de las más feministas del dramaturgo inglés. En definitiva, una sesión de teatro hecha con gusto y con recursos de siempre, aunque perfectamente encajados y servidos.