Volvemos a hablar de Agatha Christie, una vez más. Parece que en los últimos años se ha convertido en una autora recurrente, tanto en escenarios de Barcelona como de Madrid. Es cierto que sus tramas entretienen y que para mucha gente la autora británica supone un reencuentro con las novelas de bolsillo que leían en su juventud… Con el universo de la autora volvemos también a imágenes recurrentes, a textos alargados en exceso, a estructuras muy rígidas (presentación de personajes, asesinato, explicación de coartadas y resolución, a ser posible en una escena coral) y a puestas en escena muy conservadoras e incluso anticuadas. Es por todo esto que esta versión de Muerte en el Nilo tiene su mérito y su hecho diferencial respecto a productos hermanos. Aquí el vestuario luce y el decorado se va construyendo a base de maletas, cortinas y luces de neón. También hay música en directo que da un cierto ambiente a la obra y le confiere el aspecto de falso musical. Pero, ¿es suficiente todo esto para hacer un producto renovado y atractivo? Bien, vamos por partes…
Creo que las intervenciones musicales de Dídac Flores (piano) y Paula Moncada (voz) aportan al producto algunos de los mejores momentos, aunque no esté justificado por sus personajes ni por la trama en sí. Las coreografías gestuales y la composición de los espacios dramáticos ya son otra cosa, porque despistan y sacan entidad a los personajes o a situaciones concretas. Por suerte, esto se va diluyendo a medida que avanza la trama, a pesar de que esta resulta a momentos pesada y bastante previsible, sobre todo para los que conocemos los recursos de la autora. Pero, sea como sea, se tiene que agradecer el intento de Víctor Conde (Pegados, La ratonera, Crimen perfecto, Los Miserables, etc) de estilizar el producto y cambiar la imagen que tenemos de Christie… aunque funcione solo a ratos.