Sátira hiperrealista

Molta merda

Molta merda
07/04/2014

Hay un conocido chiste que dice que se encuentran dos actores y uno le dice en el otro: “Escucha, el otro día te vi saliendo de un portal”. Y el otro le contesta: “Sí? Y que tal estuve?”. Un poco en la línea de esta broma clásica del mundo de la farándula, Molta merda hace un ejercicio, entre crítico y tierno, de introspección de la profesión teatral centrando la mirada en aquellos que no han conseguido ganarse la vida como siempre habían soñado. Con un marcado tono hiperrealista donde incluso los personajes tienen el mismo nombre que los actores que los interpretan, Eduardo C. Tintoré ha apostado fuerte por la naturalidad y la verosimilitud, huyendo todo lo posible de la parodia y los estereotipos donde era tan fácil caer. En este sentido, ha conseguido crear un pequeño universo francamente muy creíble donde incluso la escenografía parece un bar de verdad donde el público está invitado a sentarse. Las situaciones y conversaciones son tan reales que, por instantes, parece que estemos contemplando un verdadero ensayo de uno de tantos grupos semiprofesionales de los que hay por Barcelona. Ahora bien, esta representación exacta de la vida bohemia, con su correspondiente cadencia, a pesar de ser muy entrañable y contener grandes aciertos, impide, en parte, que el conflicto explote de una manera más dramatizada, logrando un cambio psicológico de los protagonistas más allá de asumir que esta continuará siendo, de momento, su rutina diaria. Además, quizás por la aparente mezcla de realidad y ficción, las personalidades de algunos de los personajes no acaban de estar del todo bien definidas y los toques de humor pueden llegar a ser demasiado sutiles. En cualquier caso, transpira una mala leche muy saludable y demuestra un conocimiento total de lo que se habla y una gran habilidad para trasladarlo a escena con acidez. Faltaría ver si también a los espectadores alejados de este submundo teatral les divierte del mismo modo.

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