Quizás por el tipo de monólogos cómicos a los que estamos acostumbrados a encontrarnos en la cartelera, a veces, propuestas con una dramaturgia más elaborada y una cierta profundidad resultan una grata sorpresa. Mirta en espera es, en este sentido, un buen ejemplo de espectáculo unipersonal esencialmente humorístico que, sin salir del género, consigue llevarlo algo más allá. La actriz, dramaturga y directora Ángela F. Palacios plantea una historia alrededor de un personaje a la espera de un cambio importante: conseguir convertirse en una gran actriz, encontrar el amor y, en definitiva, ser feliz. Unos deseos y una actitud vital con la que, desgraciadamente, es muy fácil identificarse. Palacios dota a la pieza de un ritmo ágil donde su carisma impregna todo el conjunto. Su Mirta se hace querer desde el primer momento. A pesar de que podemos pensar que se equivoca en sus decisiones o planteamientos personales, no deja de representar una trampa emocional en la que todo el mundo ha caído alguna vez. Por este motivo, Mirta nos representa. Y lo hace de una manera amable, ligera y, en muchos momentos, hilarante. El montaje, finalmente, deja el mensaje para quién lo quiera coger… pero no es obligatorio. Por encima de todo, Mirta en espera es un entretenimiento de calidad con varias capas pero con la habilidad de no dejar nunca de funcionar como una simpática comedia.
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