Ya hace más de 10 años que este espectáculo sobre la vida de Miguel de Molina viaja por toda España. Un espectáculo que le ha valido a su actor protagonista el premio Max de interpretación y el premio de la Unión de Actores, entre otros. Un monólogo con canciones que repasa los hechos más importantes que rodearon al cantante folclórico, un represaliado de la Guerra Civil que se pasó más de media vida en el exilio “por rojo y por maricón” (lo mismo que le dijeron a Lorca, amigo y coetáneo de Molina). La obra, por lo tanto, va más allá de la pieza autobiográfica para convertirse en una defensa de la libertad y en un canto contra la homofobia. De hecho, el 2021 –cuando la pandemia todavía no dejaba hacer celebraciones masivas- RTVE la grabó y decidió emitirla para conmemorar el Día del Orgullo de aquel año.
Ángel Ruiz, alma del espectáculo y único intérprete junto con el pianista Bru Ferri, se transforma en un Miguel de Molina envejecido que vuelve como un fantasma para dar su última entrevista ante los medios de comunicación. Una falsa entrevista que, a pesar de todo, contiene muchas de las respuestas que el cantante dio al periodista Carlos Herrera en un programa grabado allá por los años 90. Ruiz se mete a la piel del cantante de una forma orgánica y magistral, atreviéndose cantar algunos de sus mejores temas (La bien pagá, Ojos verdes, Compuesto y sin novia, La rosa y lo viento) y permitiéndose improvisar con el público cuando le conviene. Siempre dentro de un personaje que, después de tantos años, tiene perfectamente interiorizado.
La obra luciría más en un espacio más íntimo o en un escenario más pequeño, más acotado. Y también se agradecería que la iluminación pensada por Juanjo Llorens hubiera podido lucir en el Condal tal como estaba pensada. Sea como sea, la pieza es un testimonio único y también un espectáculo que conviene repescar y recordar siempre que sea posible.