La crisis económica actual, como ha ocurrido en otras décadas, está marcando toda una manera de abordar las historias por parte de nuestros dramaturgos, escritores y cineastas. La parte positiva (por decirlo de alguna manera) es que los contenidos de las comedias comerciales se han encontrado con la necesidad de adquirir un nuevo tono crítico, reivindicativo, crudo e, incluso, doloroso que, sin perder comicidad, las hacen mucho más interesantes. En este sentido, Microporno por dinero es una sátira del mundo de la pareja y de las relaciones familiares y humanas, muy divertida (y convencional) que, con el trasfondo de la crisis, gana muchos matices y profundidad. Pablo Álvarez, autor y director de la pieza, juega con inteligencia con unos personajes contrapuestos (unos actores de teatro infantil desahuciados que se ven obligados a vivir con un banquero y su mujer) donde los conflictos por sus diferentes visiones del mundo, como la comedia más clásica, estallan desde el primer minuto. El tercer elemento en juego (el sexo) será el detonante final para acabar de liarla como es y como se espera, dando las escenas más acertadas de la obra, como el epílogo o el diálogo sobre cómo «afrontar un coño «. Desgraciadamente, en vez de limitarse a ello, el autor se pierde en subtramas melodramáticas muy extrañas que sería mejor haber obviado, ya que, como comedia, funciona muy bien. Así, de paso, podría haber dejado espacio para avanzar el estallido sexual de los personajes y aprovecharlo durante más tiempo. Resulta bastante atractivo por ser el leitmotiv del espectáculo y no sólo la conclusión. Sin embargo, el montaje da lo que promete … y algo más; y por tanto el espectador saldrá contento. Y, lo más importante: divierte. En gran parte, gracias a sus carismáticos actores, entre los que destaca una almodovariana Maribel Martín: hilarantment expresiva.
¡Enlace copiado!