Se debe tener en cuenta, a la hora de valorar un espectáculo, cuál es la disciplina escénica a la que pertenece. No es lo mismo una ópera que un texto dramatizado o un musical al estilo Off-Broadway. Cada arte tiene su lenguaje y también sus límites. En este sentido, quien vaya a ver Mí Carmen flamenca tendría que tener claro que se trata de un espectáculo de danza. La compañía andaluza de Antonio Andrade ha adaptado Carmen de Bizet, utilizando la estructura de la historia y algunos de sus temas más característicos mezclados con música flamenca moderna que incorpora, en directo, elementos árabes, jazz y salsa. La fuerza de este grupo de artistas es sobrecogedora y consigue, verdaderamente, transmitir la magia del ambiente sevillano. Un buen diseño de vestuario e iluminación son los factores que acaban de redondear esta propuesta que contiene figuras escénicas de gran belleza. Ahora bien, en ciertas acciones, un poco simplistas, les haría falta más imaginación por parte del director. De igual forma, su nivel narrativo puede parecer, para el espectador de teatro, excesivamente esquemático, además de partir de un material que, inevitablemente, provoca que se potencien los tópicos. En cualquier caso, la música y el baile es lo importante de esta apuesta y, por lo tanto, es lo que, acertadamente, predomina. Una buena técnica y un espíritu genuino tienen el vigor necesario para sostener casi dos horas de representación.
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