Decía Jerzy Grotowski que es imposible expresarse mediante la anarquía. Según el maestro polaco, el verdadero proceso creativo nace de la disciplina. La compañía Bojum Teatro, de alguna manera haciendo honor a estas palabras, ha construido un universo gestual impecable, rico, perfectamente ejecutado, casi hipnótico denominado Masticació. El trabajo físico de los actores y las actrices es francamente excepcional, así como la dirección de Montse Bonet que ha sabido coordinar una serie de pequeñas propuestas corporales consiguiendo que todo sume y que, de lo que se hace, no sobre nada.
La obra nos traslada a un cementerio donde los muertos por una noche retoman la respiración, el movimiento, la palabra y el deseo, respondiendo quizás al llamamiento de algún ritual ancestral. El texto original de Patrick Kermann contiene diferentes historias sobre la fina y dramática línea que separa la vida y la muerte, en general, fuerza emotivas, algunas más turbias y otras más triviales. Pero, en realidad, lo que da valor al espectáculo es la energía que desprenden las coreografías de los intérpretes que, como una especie de corazón griego, llenan de sentido el espacio jugando a ser muertos que juegan a estar vivos, danzando, cantando y expresándose en un gran abanico de direcciones, siempre sin olvidar la intención de cada cosa que hacen.