Hemos llegado a un punto extraño de la historia de nuestra sociedad en el que los argumentos de ciencia-ficción y la realidad que nos rodea se han alineado, se confunden y se retroalimentan. Roc Esquius, autor y director de la sátira futurista iMe, nos propone, en esta ocasión, una comedia sobre un hombre que decide irse a vivir a Marte (sin posibilidad de volver) y los conflictos que esto comporta en su entorno. Lo más curioso de esta idea es que está basada en un proyecto real que, si consigue fondos suficientes, empezará a enviar a personas a vivir al planeta rojo de aquí a 10 años. Esta circunstancia aporta a la obra una verosimilitud y una proximidad que no estaba tan presente en el más distópico anterior espectáculo de la Compañía Dara. Aunque, en el fondo, el objetivo es el mismo: hablar de la soledat del ser humano contemporáneo y de los problemas emocionales en un contexto de innovaciones tecnológicas que no acabamos de asimilar. El montaje tiene un arranque muy original e interesante, y un final maravillosamente redondeado que invita a la reflexión y a hacer varias interpretaciones. A pesar de esto, por el camino, las tramas se entretienen en explicarnos algunas situaciones un poco obvias que se podrían haber dado por supuesto y ralentizan el ritmo narrativo. En cualquier caso, la mezcla entre la comedia de enredos, ciencia-ficción y momentos de crítica psicosocial al estilo El método Grönholm está muy bien compensada. No sabemos, todavía, hacia dónde evolucionará la voz de esta joven compañía pero, de entrada, ha conseguido refrescar un poco el panorama del teatro independiente… y solo esto, ya es muy de agradecer. Estaremos atentos.
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