Después de 27 años de su estreno original, parece que Mar i cel sigue siendo el gran musical catalán y, probablemente, lo continuará siendo durando mucho tiempo, puesto que, en términos de grandeza y popularidad, no ha tenido demasiada competencia. Otra cosa sería hablar de los grandes referentes de Broadway y el West End (algunos de los cuales, también se han adaptado en Cataluña)… entonces, la comparación ya no resultaría tan favorable. Por ejemplo, es evidente la influencia que tuvo Les Miserables en la concepción de este emblemático musical de Dagoll Dagom, cosa de la que, seguramente, nadie se dio cuenta en su momento. A finales de los años ochenta, no era tan asequible viajar a Londres o Nueva York para ver teatro y, en nuestro país, todavía no habíamos visto casi nada. A pesar de esto, hay que reconocer que Mar i cel supuso una apertura para nuestro público a este género que tantas alegrías ha traído. La puesta en escena actual es realmente espectacular aunque se come un poco el trabajo de los actores. Tiene muchos momentos emotivos y canciones preciosas. La aportación de los acróbatas y especialistas, así como las proyecciones o el vestuario, añade juego a su lograda fastuosidad visual. Además, el reparto, especialmente la parte femenina, demuestra estar a la altura de las circunstancias, a pesar de no ser tan mítico como el original. Así pues, en general, se trata de una propuesta muy disfrutable a pesar de tener ciertos aspectos mejorables en su dramaturgia que, en realidad, poco importan ante la fuerza de la nostalgia.
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