Ozom parte de una idea similar al Tribute que hace poco le vimos al mago Hausson: homenajear a cuatro magos famosos y de técnicas muy diversas. La diferencia está en que Hausson partía de magos reales, mientras que el Mag Lari se inventa cuatro estereotipos caricaturescos (el cura parece salido de una obra de La Cubana) que se diferencian más por la caracterización que por los trucos que realizan. Y es que, a momentos, Ozom parece más un espectáculo de transformismo que de magia… a pesar de que hay números muy interesantes, como el del inicio, y otros que hemos visto en incontables ocasiones. También es cierto que le falta un número final brillante y que la música, a un volumen realmente ensordecedor, mata los aplausos al final de cada truco y no ayuda a crear el ambiente necesario en este tipo de montajes. Pero, sea como fuere, al Mag Lari le tenemos que agradecer su concepto americano del show de magia, con una producción de gran nivel y un ritmo energético que ayuda mucho a crear un espectáculo total. Hay pocos magos que se atrevan con ello y lo cierto es que es de admirar… sobre todo en épocas de crisis como la actual. Además, no se puede negar que la mezcla de espectáculo familiar y de show gay-friendly es única, original y curiosamente integradora.
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