Una de las primeras obras que nos presenta la temporada teatral que empieza es un auténtico plato fuerte. M.A.R.I.L.U.L.A. es un monólogo de la autora griega Lena Kitsopoulou, que retrata una mujer de nuestros días, joven e inmersa en una crisis existencial. Pero que nadie se asuste porque no es un texto profundo ni abstruso, sino una comedia divertida en muchos momentos. Rehuye completamente la voluntad de transcendencia y mediante explicaciones espontáneas y cómicas de la protagonista acerca de su estado de ánimo nos vamos haciendo a la idea del vacío vital que nota porque siente que tiene todo lo que es materialmente factible que tenga, pero no es feliz y se hace preguntas.
La música tiene un papel importante porque cada canción es un punto de referencia del estado de ánimo al que aspira la protagonista. Además, también es un contrapunto muy cómico que rompe el monólogo y lo hace avanzar hacia otros temas. Y la verdad, ver i oír a Mònica Glaenzel cantar y bailar de manera expresamente amateur es divertidísimo, especialmente en la canción de Queen I want to break free. Es una mujer que es ríe de si misma y de sus miserias, y esto nos la hace más cercana.
Con M.A.R.I.L.U.L.A. (que no es el nombre de la protagonista, sino el de una pastilla), Glaenzel borda un papel de mujer normal que aborda en clave de comedia, y Josep Maria Mestres dirige una obra deliciosa que no se ha tenido que adaptar mucho al contexto catalán, tal como dijo la misma Glaenzel, con una escenografía mínima donde el espejo se convierte en el reflejo de la vida y de la muerte, y es que la vida en el más allá es tan divertida como la del más aquí, puesto que las personas son las mismas. Absolutamente recomendable.