El sublime arte de hacer el mamarracho

Los fantasmas de las Glorias

Los fantasmas de las Glorias
14/05/2016

Poco a poco y a base de reírse de ellas mismas, Las Glorias Cabareteras han forjado una serie de mitos a su alrededor (teatros que las vetan, intentos de censura y boicot contra ellas, salas que cierran después de una actuación suya…) que las han convertido en todo un referente del cabaret underground. Su (supuesta) carrera maldita, no obstante, ha generado dos elementos importantes. Por un lado, las pocas oportunidades que tenemos de verlas en directo se han convertido en todo un acontecimiento que, en algunas ocasiones, como esta despedida de la sede de Gràcia de la Sala Beckett, será recordada como histórica por los asistentes. Por otro, han adoptado la voz envenenada de los arrinconados que las permite, sin miedo ni pelos en la lengua, verbalizar con una gracia única todo lo que nadie se atreve a decir sobre el teatro catalán, los dramaturgos, los actores y actrices y directores pero que todo el mundo piensa o comenta a escondidas.

Su ejercicio de catarsis del mundo de la farándula y sus fantasmas es tan sano, divertido, poderoso y especial que, ahora mismo, no hay ningún otro espectáculo que contenga tanta verdad, tanta mala leche y tanta ironía respecto a este tema. Ellas saben hacer virtud de sus defectos y, por lo tanto, todas las imperfecciones escénicas, los anti-climáticos números musicales y la excesiva cantidad de finales parece que jueguen a favor de esta genial parodia de vedettes en decadencia. Dicen que sólo hacen el mamarracho y que siempre se repiten pero su show, en realidad, nunca es igual. Nunca se sabe a quién le tocará recibir. Y esto hace que se sienta vivo, fresco, imprevisible, auténtico, natural. Quizás habrá gente que no conecte o que no capte algunas referencias pero lo importante es que la alegría y desvergüenza que transmiten es diversión en estado puro. Todo el mundo que tenga la oportunidad tendría que ir a verlas aunque sea sólo una vez. Porque, si siguen así, conseguirán convertirse en una leyenda local y, entonces, todos querremos poder decir: “yo estuve allí, yo las vi en directo”.

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