La obra fue estrenada en Londres en 2017, se ha representado en Madrid y se estrenará próximamente en París.
Guillem Clua la escribió poco después del ataque terrorista contra la comunidad LGTBI el 12 de junio de 2016 en el bar Pulse de Orlando en Estados Unidos, en el que murieron una cincuentena de personas a tiros de fusil. A Guillem Clua se le reconoció en 2013 como una de las personas con más influencia en España dentro del colectivo LGTBI y le he hemos visto otras obras sobre el tema como “Justícia” o “Smiley, després de l’amor” (2020).
L’Oreneta está de gira por Catalunya después de hacer temporada en Barcelona. Fuimos al Atrium de Viladecans. Es un teatro muy grande y estaba lleno hasta la bandera. Justo en el momento de empezar se oían toses, ruidos de cremalleras y de papeles de caramelo. No prometía ser una buena sesión. Decidí concentrarme y al cabo de poco rato sólo se oía el silencio. Impresionaba. La obra te atrapa tanto y desde buen principio que todo el público estaba clavado en la silla.
La obra trata de la pérdida, del duelo de dos personas con dos miradas y relaciones distintas, del arrebato de un ser querido por la violencia, del rechazo, de la homosexualidad mal vivida y mal aceptada, de las miradas diferentes que alejan a una del otro.
Emma Vilarasau y Dafnis Balduf dan vida a una madre que ha perdido un hijo y a la pareja desconocida del hijo desaparecido. La dirección de Josep Maria Mestres es impecable, milimetrados los tiempos de los diálogos, la información proporcionada poco a poco para que se pueda ir digiriendo, las sorpresas calculadas para dar el impacto justo, las emociones contenidas pero sin concesiones. De un texto magnífico, la dirección y los dos intérpretes hacen un trabajo de artesanía. Vilarasau y Balduf estan solos en el escenario pero gracias a la escenografía de Alessio Meloni encuentran el lugar justo donde colocarse con unos cambios de posición pensados para que el diálogo y el texto sean más importantes que los movimientos. Una maravilla. No puedo decir otra cosa.