El secreto del éxito sobre un escenario consiste en tener una buena historia. Com eso ya tienes la mitad del trabajo hecho. Y el experimento que Ron Jones hizo el año 1967 es una historia magnífica: la demostración empírica, en el aula de un instituto, de cómo la filosofía y las ideas nazis calaron en la sociedad alemana pre Segunda Guerra Mundial. L’onada es una buena historia pero, además, es un gran montaje. Con un reparto entregado que realiza una evolución complicada ante nuestros ojos (de jóvenes felices y despreocupados a adeptos a un régimen autoritario), una dirección ágil y bien medida y una escenografía muy funcional, las más de dos horas que dura el espectáculo pasan en un abrir y cerrar de ojos.
Una de las joyas de la temporada pasada que el Teatre Lliure ha tenido el detalle de recuperar para aquellos que (como yo) se la habían perdido.