Una realidad no erradicada

Llenos de vida

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Llenos de vida → Sala Fènix
05/01/2025 - Sala Fènix

La homofobia es un mal endémico de la sociedad. Creerse con el derecho de decidir cómo tiene que ser alguien y castigarlo por no serlo parece que es una idea que, en vez de disminuir con el paso del tiempo, va aumentando con impunidad, sin recibir ninguna condena por parte de nadie. Es por eso que es tan necesario no silenciar estas actitudes y delitos, hacer ruido y rechazarlo de todas las maneras posibles.

Con Llenos de vida Sergio Mora Montserrat y Ángela Palacios transportan a la espectadora a un pueblo rural en el 2004. La historia la explica, en cierta manera, Jaume, un chico de Barcelona, que rememora el verano que pasó con su abuela en el pueblo hace 20 años. Unos meses en que conoció a personas que le cambiaron la vida para siempre. En aquel tiempo también supo reconocerse y descrubrirse a sí mismo con la ayuda de Alex. Estos son dos de la media docena, más o menos, de personajes que vertebran esta obra que muestra la felicidad, el amor, el odio y el autoodio.

El texto de Mora y Palacios es una narración atrayente e hipnotizadora. El relato engancha a la espectadora y la lleva por un viaje emocional en que se descubre asimilando la angustia, el miedo y la libertad de los protagonistas principales, para dejar paso a la indignación y la rabia hacia los comportamientos más deleznables. Al mismo tiempo contextualiza maravillosamente el tiempo y el espacio de la trama, poniendo cada elemento en el lugar adecuado para la historia.

Un espacio reducido en escena cuenta con justo cuatro objetos que ayudan a Sergio Mora, único actor del espectáculo responsable de hacer todas las interpretaciones, a hacer la transición entre unos y otros personajes. Un pequeño objeto como unas gafas o una gorra hacen que rápidamente el público sepa cuál es la voz que le está hablando. Mora se enfrenta a una dificultad extrema durante los 90 minutos que dura la obra. No es solo el cambio de rol y el recordatorio de las palabras a pronunciar, son las emociones que viajan de un extremo al otro de cada personaje y que el intérprete sabe manejar y modificar cada vez que es necesario. Su interpretación es magnética, conmueve y captiva.

Lo más destacado de esta obra es que habla desde una naturalidad y sinceridad que se puede captar en cada minuto, en cada escena. En su conjunto crea un sentimiento en el público que sensibiliza y da un empujón a reflexionar y mejorar el futuro. La obra está situada en el 2004, pero no se puede negar que podría ser trasladada al 2025, seguramente, sin modificar mucho los elementos principales.

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