Considerado el padre de la comedia italiana, Carlo Goldoni representa un importante impasse teatral entre la dominante Commedia dell’Arte del momento y una dramaturgia más contemporánea donde los personajes contienen nuevas aristas y rasgos más trascendentes que sus estereotipos populares anteriores. En este sentido, L’hostalera es el ejemplo paradigmático de esta modernidad, donde encontramos un cierto feminismo, una psicología más realista y un regusto agridulce que da pie en la reflexión. Sin renunciar a estos elementos, la puesta en escena de Pau Carrió decide potenciar una estética exquisita inspirada en la Italia de los años sesenta de las películas de Fellini. Su buen ritmo, un tono tan hilarante como bien medido y un reparto entregado a la diversión hacen que el montaje sea una auténtica delicia. Resulta difícil no sucumbir a los encantos de un espectáculo tan fresco y entretenido cuando, además, tiene música en directo y te dan de cenar un plato de pasta. La lucha dialéctica entre una Laura Aubert y unos David Verdaguer y Javier Beltrán en estado de gracia, sumado a secundarios de lujo como el siempre carismático Marc Rodríguez, consiguen que el conjunto brille sin quedar lastrado por una apuesta, aparentemente, muy entregada a la estética. Si bien el toque de amargura de Goldoni queda un poco diluido, este hecho no tiene mucha importancia ante la luz y la fuerza arrolladora de esta versión que, sin duda, a cualquier espectador le parecerá irresistible.
¡Enlace copiado!