Hoy día, y aquí (no sé si en Austria), Thomas Bernhard es visto como un autor fundamental, revolucionario en su momento y con un poso de intelectualidad muy grande. Pero en la segunda mitad del siglo pasado los austríacos lo tenían como un autor polémico, de aquellos que podía ser abucheado en un teatro o insultado por la calle. Su antinacionalismo le hizo ganar muchas antipatías, y el público se sentía a menudo ofendido con sus obras o con sus novelas. L’home de teatre es un ejemplo muy claro, presentándonos a un actor hinchado de ego que critica a diestro y siniestro todo lo que lo rodea. Aquí muchos descubrimos el texto con la versión que hizo Xavier Albertí el 2005 en el Teatre Lliure, con Lluís Homar como protagonista. Y ya en aquella ocasión, Homar era entrevistado por el programa La Mandrágora de TVE y se cuestionaba precisamente cómo sería la reacción del público si en lugar de hablar de Austria se hablara de Cataluña o de España.
Àlex Rigola –que en el 2005 era director artístico del Lliure- se vuelve a hacer la misma reflexión y es por eso que ha adaptado el texto cambiando los referentes originales (nombres de poblaciones o de personajes) por otros mucho más próximos. El experimento es bastante interesante y creo que alguien lo tenía que hacer en algún momento, pero al final no sé si el resultado es el que se quería conseguir. Hay referentes que funcionan, sobre todo en el caso de los personajes, pero hablar del mal olor que hace el barrio del Badal o criticar barrios o poblaciones vecinas me resulta más gratuito que polémico. ¿Incómoda? Sí, pero no sé si en la dirección adecuada…
El texto de Bernhard, eso sí, todavía resuena con fuerza detrás de todos los localismos o las aproximaciones, a pesar de que se haya acortado para hacer una versión más adecuada al espacio donde ahora se representa. Un espacio muy reducido, prácticamente desnudo de elementos, y con una proximidad total al público. El gran personaje sigue siendo Bruscon (interpretado con toda la veteranía y experiencia de Andreu Benito) pero aquí también lo acompañan dos actores más… a pesar de que en otras versiones pueden llegar a ser hasta ocho. Son personajes que acompañan el discurso, que no monólogo, del actor principal. Puros títeres de Bruscon, un ególatra y un déspota que dice barbaridades… y también algunas verdades como puños.