En la línea de otras obras musicales de temática sanguinaria como la también victoriana Sweeney Todd o la exitosa La Vampira del Raval, Marga Parrilla y Oriol Estefanell presentan esta peculiar reinvención de la historia de Jack el Destripador. Hay que valorar que, poco a poco, estrenamos cada vez más musicales de creación propia a pesar de tratarse de un tarea tan meritoria como costosa y arriesgada. En concreto, L’Esbudellador de Whitechapel (El Destripador de Whitechapel) ha querido ser original en su acercamiento a la figura del asesino londinense, proponiendo una versión de la historia como nunca se había hecho. Desgraciadamente, este nuevo giro de planteamiento parece llevar la propuesta un poco demasiado lejos, volviéndola enrevesada e inverosímil, a pesar de contener alguna entrañable referencia a Frankenstein. El espectáculo juega contra la expectativa del público y, en cierto modo, pierde la partida. Sin embargo, musicalmente, se sale mejor. Contiene canciones muy bien resueltas y los actores defienden sus papeles con credibilidad y talento vocal, especialmente, Clara Altarriba que destaca por su depurada técnica. Lástima que su extensa duración haga que, en ciertos momentos, decaiga el ritmo y el interés, y las composiciones de transición terminen por resultar pesadas.
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