La hermosa simplicidad de la vida

Les coses excepcionals

Les coses excepcionals
15/01/2019

Hay temas que son muy delicados de abordar en el teatro y, al mismo tiempo, muy necesario que salgan del tabú y tengan, poco a poco, cada vez más visibilidad. El riesgo que se corre a la hora de tratar sobre un escenario problemáticas como el suicidio o las enfermedades mentales es caer en el sentimentalismo forzado, el morbo, el melodrama barato o, al contrario, en la ingenuidad de los lemas de autoayuda de taza de desayuno. Pero Les coses excepcionals consigue esquivar hábilmente estas trampas y presentar una historia dura, complicada y oscura con sencillez y un espíritu positivo y esperanzador que es casi una proeza. Y esto es posible gracias a que lo hace desde la perspectiva de un niño, interpretado con una brutal honestidad por Pau Roca. Un niño que ya es adulto pero que nos explica todo el camino que ha hecho para llegar a serlo a través de su inacabable lista de las cosas que hacen que la vida merezca la pena. El texto puede engañar por su naturalidad pero, realmente, es muy profundo, poderoso y la parte más valiosa del montaje. En cambio, las diferentes interacciones con el público funcionan a medias. Seguramente, esto dependerá de cada función pero, a pesar de la predisposición de la mayoría de espectadores, el juego rompe un poco el ritmo y tiene algo de artificio que no acaba de encajar con la fluidez del resto del conjunto. En cualquier caso, la propuesta conmueve y nos hace salir reflexionando de la sala, con una cierta nostalgia y pensando en nuestras familias y las cosas que más nos gustan o amamos del mundo. Esto no solo es muy bonito sino también poco habitual y muy difícil de conseguir.

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