Siguiendo la estela del teatro documental, tan presente últimamente, que expone hechos reales con espíritu de denuncia, Lehman Trilogy narra la historia completa del nacimiento, esplendor y caída del famoso banco de inversiones norteamericano a través de su clan familiar de propietarios. A diferencia de otras propuestas de intenciones similares, el espectáculo aborda la trama con una predisposición narrativa total a aportar detalles de la vida de los protagonistas (sueños, aspiraciones, manías, personalidad…) que enriquecen el relato como si se tratara de una por película de la saga El Padrino. Este envoltorio de elementos propios de la ficción (sean estrictamente verídicos o no) sirve para dar un interés personal y psicológico a los hechos, y apoyar la intencionalidad crítica del discurso desde una mirada más humana. De hecho, el verdadero objetivo de la obra no es transmitir datos económicos sino, al contrario, usar la casta de los Lehman como metáfora de la evolución del capitalismo, desde su fundación hasta la decadencia actual. El montaje, sin embargo, es excesivamente narrativo; se echan de menos diálogos, gags u otros recursos que rompan la monotonía del discurso, especialmente, en la primera parte, donde carece también mala leche, acidez y sentido del humor. Por eso y su larga duración, a ratos se hace lenta y pesada. Afortunadamente, la pieza va creciendo en ritmo e ingenio y se acaba ganando el público en su tramo final. También la puesta en escena y las soluciones escenográficas resultan muy eficaces y el trabajo actoral se encuentra a la altura de las circunstancias.
¡Enlace copiado!