Divertido, alegre, libre y feliz, así es este musical que hace olvidar al público la vida que hay fuera del teatro durante un par de horas.
Encima del escenario tres drags Queens que están a punto de explicarnos su historia. Remontándose al 1994 cuando se presentaron a un concurso de talentos y les cambió la vida. Para bien o para mal… ellas te lo explican. Que nos ubiquemos en esta época es esencial para todo lo que vendrá a partir de esta introducción.
Pero no os dejéis engañar, bajo esta relampagueante explosión de colores, lentejuelas, música y grandes voces hay también una idea muy importante: luchar por ti mismo/a y ser feliz. Decirlo todo bien alto y sin tapujos, sin dejar que nadie intente cambiarte o hacerte creer que no puedes ser quien eres.
Tenemos a tres amigas drags Queens, cada una con sus sueños y realidades, pero también una diva venida a menos que, aunque ve el final de su carrera, quiere continuar batallando por su felicidad. Y en comparsa, un agente que se niega a sí mismo mientras intenta influir en la vida de las cuatro.
Ágil y muy, pero muy divertido, el texto está elaborado como una narración colectiva, donde se nos presentan pasajes de la historia y, a veces, se nos comentan por los mismos intérpretes encima del escenario. Esta manera de narrar hace que el público se sienta cómplice y parte importante del momento, creando un vínculo de amistad que no se va ni cuando sales del teatro.
La música es vibrante con unas letras muy cuidadosas y sinceras, provocan que la espectadora no pueda parar de llorar de risa casi en todo el espectáculo -especialmente el momento boy band, mi preferido-. Tenemos la música, las canciones, pero… ¿y las voces? Magníficas todas.
La versatilidad de Esther Peñas en cada una de sus apariciones es uno de los grandes descubrimientos de esta obra. No solo vocalmente, está claro que es un prodigio desde el primer medley, sino también en cada cambio de personaje. Qué placer verla sobre el escenario. Javier Prados como Cristal, Miguel Ángel Sánchez como Leo y Xavi Duch como Dina, están sublimes. Especialmente Duch consigue desparecer totalmente tras Dina cuando sube a los tacones imposibles y también cuando se enfunda en el chándal de poliéster (en este momento se produce un barómetro de la edad del público muy claro).
Si vas a ver este espectáculo sales riendo y con ganas de fiesta, ¿Qué más necesitas?