Amar, sufrir, ayer, hoy. Medea llena de matices

L'amor (no és per a mi, va dir Medea)

L’amor (no és per a mi, va dir Medea)
18/02/2020

Un título que lo engloba todo: la aceptación triste y resignada de una vida malograda, donde por amor, o mejor dicho, porque su amor fue traicionado, Medea llegó a matar a sus amados hijos. Un texto de Queralt Riera que pide a gritos ser leído y que, no es tan habitual en estos casos, no va del brazo de una dramaturgia pesada, lenta, pretenciosa y alejada de ser asequible. Sí, es trágica, porque lo fue la vida de Medea, pero también es poética, incluso con alguna sonrisa y no, no busca reivindicar la figura ni justificar nada, sino traer a hoy en día sus circunstancias y sufrimiento, tan unido a haber querido y no haber sido suficientemente querida.

Si a la absolutamente original «Aquí. De Santander a NY «, de la misma autora, 3 actrices eran un mismo personaje femenino, aquí dos actrices interpretan (¡y de qué manera!) a Medea: vemos una con la vida por delante, desde la niña pequeña que pisa charcos, y ya debe aprender a ser objeto de pocas atenciones y sobrevivir a nivel emocional, la adolescente, la joven enamorada … todos ellas son una fantástica Patrícia Mendoza (Júlia), si es posible, más expresiva que nunca, juguetona niña y loca enamorada , amante esposa, celosa, herida hasta la locura que la llevará a un acto cruel. La misma Medea, Rosa Cadafalch, ya mayor, marcada por el sufrimiento que ha arrastrado desde entonces, al lfinal de la vida, mirando al mar, donde tantos y tantos viajes hizo con Jasón, que ahora escupe una imagen de muerte y pesadilla. Así, una Medea avanza por el hilo de la vida y la otra va hacia atrás recogiéndolo hasta que las dos son una única Medea.

Un espacio con el mar omnipresente y una silla es todo lo que necesitan para llenar el espacio escénico con una puesta en escena donde parece que las palabras han sido coreografiadas, y acompañadas por el piano de Joan Alavedra, con una composición mágica, especialmente cuando pellizcando las cuerdas del piano nos mece con una musicalidad etérea y misteriosa.

En resumen: Un texto de aquellos que quizás una sola escucha por atenta que sea no es suficiente para sacarle todo el jugo.

La frase: No m’agrada parlar. Ja està tot dit.

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