Bienintencionada pero demasiado previsible

L'alegria

L’alegria
29/10/2017

No se puede negar que L’alegría es una obra cargada de buenas intenciones y con un mensaje que nunca está de más repetir las veces que haga falta. Podríamos asegurar, incluso, que tiene características que lo entroncan directamente con algún tipo de teatro social. El texto, sin embargo, acaba endulzándose más de lo necesario y recurre a tópicos que quizás había que haber evitado. Y es que las situaciones se van volviendo previsibles, los personajes actúan casi como estereotipos y el nudo de la historia tropieza con una serie de situaciones (reuniones de escalera, llamadas a la administración, etc.) que estancan la acción y nos remiten a clichés ya vistos.

Ahora bien, los personajes tienen algo de entrañables que nos atrapa. Supongo que la actuación de la siempre eficiente Lluïsa Castell y la del joven Alejandro Bordanove, con un meticuloso trabajo gestual, tienen mucho que ver. La relación entre madre e hijo es absolutamente creíble desde el primer minuto, justo cuando se produce la escena más dura y más realista de la obra. Los trabajos de Montse Guallar y de Andrés Herrera también están en consonancia, a pesar de que a veces sus personajes tengan aristas y contradicciones más difíciles de justificar sólo con el trabajo actoral.

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