Es habitual que algunos grupos de amigos y amigas estén formados por parejas. Aquellas que se van formando un día, van encontrando una buena compañía con la otra pareja y que el grupo de cuatro, por ejemplo, van conformando un todo. Es por eso que, cuando una de estos eslabones se desengancha de la cadena, todo tambalea.
Daniel e Isabelle, casados desde hace muchos años, se enfrentan al hecho que la pareja que formaba su grupo se ha roto. Patrick ha dejado a su mujer para embarcarse en una vida y una novia nuevas, Emma. Mientras intentan digerir este cambio, Daniel y Patrick se encuentran y quedan que se verán para cenar los cuatro en casa de la pareja. El primer escollo será convencer a Isabelle para preparar este encuentro, pero una vez se pone en marcha, todo irá como era de esperar.
Con un inicio hilarante y divertido con Enrico Ianniello (Daniel) como un atractivo inmediato de la obra, parece que será una comedia, un vodevil que hará pasar un buen rato al público y se llenará de risas el patio de butacas. Y en un principio, lo es, y Ianniello tiene toda la culpa y la responsabilidad para que eso pase. Su interpretación rápida, inteligente y entregada conecta con la espectadora que se lo pasa de maravilla viendo su crisis nerviosa ante la posibilidad de enredarlo todo. Pero este personaje que gusta y atrapa, queda eclipsado, en cierta manera, por el relato que se va explicando.
Un texto ameno, pero bastante previsible hace navegar a través de la situación de manera ligera, pero con el deseo cada vez más latente que haya un giro de guion que sorprenda a la audiencia con una resolución del conflicto inesperada. Es aquí donde se encuentra el problema, todo va como se supone que tiene que ir, y se encuentra una obra que no da tanto como se esperaba. De la misma manera, sus protagonistas, a parte de Daniel, están estereotipados y actúan tal y como el texto los invita a ser.
Con una escenografía muy trabajada y una elección musical muy acertada -días después aún no se entiende la actuación micrófono en mano de una de las protagonistas-, todo el envoltorio queda como una presentación bonica para un texto que recuerda a relatos pasados que ya no funcionan de la misma manera.