La conjugación de primeras veces da resultados a priori inciertos, pero la carencia de experiencia no implica falta de talento. Y el talento, en “La trena”, está presente en todo momento. El primer libro de la directora y guionista Laetitia Colombani es un auténtico fenómeno editorial en nuestro país desde su traducción, hace cuatro años. El primer reto de este calibre por Clara Segura como directora se convertirá, seguro, en un auténtico fenómeno en esta temporada teatral recién estrenada.
Pese a la experiencia en la dirección artística en Cobertura, con Bruno Oro, la actriz se estrena al frente de un equipo que, mayoritariamente, ya triunfó con Las chicas de Mossbank Road con un rastro espectacular, un dominio del ritmo , de la comunicación con el público, de la generación de ambientes de la nada, del tráfico y las transiciones y del espacio escénico que demuestran que el teatro, desde todos los ámbitos, forma parte de su sangre, de su esencia. Y el trabajo es coral. Marta Marco y Cristina Genebat han trabajado en la adaptación del texto, y la producción de La Perla 29 ha dado forma.
Y no era tarea fácil. Intrigaba descubrir cómo tres espacios diferentes (India, Italia y Canadá) podrían converger en momentos alternantes en un mismo escenario, con la agilidad que lo hacía la novela. El respeto por el camino narrativo del libro es escrupuloso, y con los recursos empleados aporta frescura, dinamismo… Quizás el efectismo de la expresividad italiana destaca en exceso, y provoca aquellas risas que quizás no tocan, y que rompen el ambiente pretendido. Todo ello toma la forma de una coreografía excelente, ágil, directa, en la que Cristina Genebat (completa, espléndida, llena), Marta Marco (espectacular, dominando todos los registros) y Carlota Olcina (medida, rigurosa) ) se convierten, protagonizando de forma coral la historia de cada escenario, el pelo que Clara Segura, en su papel de narradora, se encarga de trenzar y hacer converger. Tres historias que tienen elementos comunes: mujeres resistentes, que dicen “suficientemente”, la lucha contra los prejuicios y el destino, el vacío social, la discriminación, el techo de cristal… Estos elementos hacen que el texto, con el factor humano que aporta el teatro, sea conmovedor, valiente, directo, y se viva de forma intensa, compleja, sorprendente. Interpela a la audiencia sin remedio.