Esta adaptación teatral del texto de Marguerite Duras deja un poco descolocado al espectador por la poca verosimilitud de las interpretaciones.
Es de noche, la sala de un hotel es el escenario en el que se encuentra una pareja que, tras muchos años sin verse, acaba de firmar formalmente su separación. Lo que parece una conversación de buenas noches se convierte en un repaso por los (amargos) años vividos, las peleas, los celos y la falta de un proyecto común que convirtió el matrimonio en “un infierno” no falto de infidelidades.
Los reproches van de uno a otro como una pelota de tenis pero sin llegar a calar en el patio de butacas que espera algo más que la interpretación de un texto: espera pasión, rencor y alma.
Ana Duato actriz con tablas más que suficientes para un papel como este, no transmite sentimiento: recita sin más. Dario Grandinetti, su contraparte, resulta algo más creíble tal vez por su gestualidad y el modo de expresarse, si bien podría dar mucho más en esa lucha por dar a conocer su amor pasado e incluso presente.
El escenario, una fría sala con una gran mesa y una ventana enorme, ofrecen una sensación de verticalidad y frialdad que, conjugada con la iluminación, da un toque cercano a esta versión de su directora Magüi Mira bastante falta de profundidad.
Un buen texto de una gran escritora al que se le podría sacar mucho más partido.