A pesar de que, durante todos estos años ha escrito algún otro proyecto teatral y televisivo, esta nueva obra de Marc Crehuet llega, a pesar del tiempo que ha pasado, bajo la alargada sombra del éxito de su debut con El rey tuerto. El autor y director es tan consciente de esto que, de forma inteligente, en lugar de intentar rehuir esta circunstancia, ha decidido abrazarla haciendo un divertido ejercicio de autoficción donde, de paso, se libera también de algunos fantasmas familiares. De este modo, ‘La morta’ de Pompeu Creuhet es la interjección de tres historias: la obra real que escribió el bisabuelo de Marc Creuhet (estrenada a principios del siglo XX y que fue su único triunfo), los conflictos personales y artísticos de este antepasado y la crisis matrimonial y creativa del propio Marc que acabará dialogando con la del bisabuelo cuando este se aparece en forma de fantasma.
Lo más sorprendente de este hilarante juego de espejos es que consigue lograr una sencillez formal admirable, destilando sin perder profundidad todo este material en una comedia con espíritu, tono y ritmo de una película de Woody Allen. Simpática, ingeniosa y fresca, utiliza con audacia material documental y sabe, sobre todo, definir al detalle a todos sus personajes que se hacen querer y comprender desde el primero al último. Su carismático reparto al completo son el alma del espectáculo y defienden la propuesta como quien comparte con orgullo un trocito de la propia vida. En definitiva, no hace falta que Marc se preocupe más: exorcizados sus fantasmas, queda claro que su talento irá mucho más allá de un único éxito.