Si fuéramos una cultura dominante, como la anglosajona, se habrían hecho, a partir de La mort i la primavera, películas, cómics o, incluso, una serie que bien podía tener el éxito mundial de Juego de tronos o El cuento de la criada. Y es que, de entrada, hay que destacar que este texto de Mercè Rodoreda no tan solo es poderosísimo, a pesar de estar inacabado, sino que construye un universo que nada tiene que envidiar a otros autores del género fantástico de renombre internacional como Tolkien. Pero, más allá de esta injusticia cultural, y centrándonos en el montaje, la propuesta podemos decir que ha hecho su trabajo (que no era fácil), poniendo en escena un material complejo y haciéndolo funcionar dentro de su oscuridad y su poética. Lo que más destaca del espectáculo es el diseño visual, el espacio sonoro, el vestuario (austero pero efectivo), así como el respeto a la hora de dar forma y espacio a cada personaje, atrapando, a través de ellos, a los espectadores dentro de la historia. El joven Francesc Colomer hace un trabajo encomiable, sosteniendo el peso de la pieza con entereza y resultará para muchos una agradable sorpresa. Quizás la voz narradora que aparece en algunos momentos es necesaria pero, escénicamente, rompe la magia y resulta demasiada artificial y encorsetada. Por lo demás, quien no conozca el texto original es una buena manera de acercarse a él, a pesar de que hay que ir preparados porque se trata de una obra de gran riqueza literaria. Merece la pena, en cualquier caso, acercarse al TNC y descubrir que Rodoreda (autora de Mirall Trencat y La Plaça del Diamant) también tuvo una faceta distópica y postapocalíptica, a pesar de que no se la ha valorado nunca lo suficient.
¡Enlace copiado!