Es un texto que me recuerda las obras de Irene Solà ”Canto jo i la muntanya balla o “Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres” por su relación con la naturaleza o las de Pilar Adón como “De bestias y aves ” en la que describe un territorio fuera del mundo con animales en libertad.
Ada Vilaró es la autora e intérprete de esta pieza. Es conocida por 360 gramos estrenada en el festival TNT en 2019. Como directora del Festival de Creación Contemporánea Escena Poblenou ha recibido la Medalla de Honor de Barcelona y el premio FAD Sebastià Gasch de las artes parateatrales. No nos extraña en absoluto.
En esta obra nos introduce desde el inicio en un mundo en peligro en forma de deshielo de un bloque que se va fundiendo y desde la platea se van sintiendo las gotas de agua cayendo sobre el suelo. A partir de ahí, y con un hilo conductor de una historia que podría ser autobiográfica, va tejiendo unos relatos con imágenes muy poéticas sobre la defensa y el respeto por la naturaleza y las tradiciones. Ada Vilaró nos envuelve con elementos de la tierra y los animales que viven en libertad y todo lo que ya no existe porque lo hemos destruido, flores, glaciares, ríos o fuentes. Sin embargo, la naturaleza no está reñida con los avances tecnológicos y la actriz describe con una gran belleza el tratamiento sobre un corazón humano enfermo con la misma sensibilidad que el parto de un animal salvaje.
La obra es corta pero intensa y los relatos se ven interrumpidos por recuerdos, vivencias personales de la relación con sus padres, todas ellas conectadas por su amor a los productos de la tierra y a los animales en libertad.
La dirección de Pep Pla y Ada Vilaró hace que ésta se transforme sin demasiados cambios externos, en bestia, caballo, hombre destructor, madre, mujer perdida, y todo ello, sobre una música y sonidos inquietantes (espacio sonoro de Joan Gorro), a veces tranquilos, otras perturbadores, pero que acompañan con mucho acierto los caminos que va siguiendo la protagonista.
El espacio escénico de Paula Bosch es pura fantasía. Todos los elementos mencionados, la tierra, el agua, el hielo, las flores, la montaña, los caballos, las rocas o las raíces son utilizados haciendo equilibrios para dar forma a la obra. Nos ha parecido una maravilla la proyección sobre una cortina de un árbol que se mueve, que tiene vida y que con su color de otoño nos recuerda la brevedad de la vida y la necesidad de supervivencia.