Suenan tambores de revolución en París y acaban de guillotinar a los miembros de la corona francesa. Llega el sobrino del señor Bellpuig de Paris con ideas nuevas que harán tambalear el régimen dictatorial del tío.
Estamos en la Solsona de 1793 en un palacio señorial cuyo propietario es poseedor de una gran fortuna cuyo origen es bastante dudoso. La forma de salvar este prestigio en peligro es mediante un matrimonio con un miembro de otra familia influyente. El poder del hombre sobre la voluntad de todos los miembros de la familia y el sometimiento de la mujer es el nudo de la historia.
Xavier Albertí, director y conocedor profundo de la obra de Sagarra, se ha rodeado de las personas más indicadas i extraordinarios intèrpretes para que la obra sea impecable. Una gran puerta al fondo del escenario que dará a un lujoso jardín, una mesa con botellas y copas y dos sillas son los elementos que ha escogido Max Glaenzel para aportar el aire señorial que describe la casa del señor Bellpuig. Además, la puerta impresionantemente grande, no busca el realismo, sino exagerar al máximo la grandilocuencia del espacio para contrastar más tarde con los momentos más íntimos y emocionales. El vestuario de Silvia Delagneau y Marc Udina nos sitúa en el siglo XVIII europeo y catalán. Es también exageradamente vistoso para que la emoción de lo que hablan sea aún más fuerte.
El señor Bellpuig es Abel Folk y su ama de llaves Marta, es Àngels Gonyalons (en estado de gracia) sobre los que pivota el drama. El sobrino es Jan D. Casablancas a quien quiere emparejar con la hija de la familia del Miracle, cuyo tío es Oriol Genís y su hermana Rosa Vila. Otros personajes absolutamente necesarios para la obra son el criado, Boscall, Roger Vilà, el encargado de decir las verdades más escondidas, el amigo tarambana y representante de demostrar el bajo concepto en que se tenía a las mujeres, un brillante Pau Oliver y Júlia Roch, Mariagneta que cierra el triángulo amoroso con una voz fina y emotiva. Todos son tan profesionales que incluso para los papeles más pequeños Albertí ha escogido a grandes actores y actrices.
Albertí defiende a Josep Maria de Sagarra diciendo: «la construcción que a nosotros nos ha llegado del autor no está a la altura de la extraordinaria figura literaria de JM de Sagarra». Lo hemos podido comprobar en esta obra. El gran talento versificador de JM de Sagarra crea un poema dramático en verso que fluye con una métrica especial según el momento y personaje utilizando los endecasílabos para los momentos más solemnes como los monólogos finales de la Mariagneta y de Marta y la métrica heptasilábica que indican contundencia como el momento de Riverol en el que se destapan verdades o las intervenciones más ligeras de Boscall. La historia se desarrolla poco a poco bajo la cadencia musical de los versos.
La dicción del verso de los actores y actrices es extraordinaria sobre todo en los largos monólogos de Àngels Gonyalons, Jan D. Casablancas y el de Júlia Roch que superan con creces la dificultad del texto. El escaso movimiento de los intérpretes y la inmensidad del espacio nos hacen sentir más la soledad de las mujeres protagonistas y nos trasmiten toda su emoción.
En el escenario hay también un clavicémbalo que toca Jordi Domènech en momentos de intervalos y entreacto. La música es del propio Albertí o un fandango inspirado en el Pare Soler. El músico tiene también una gran habilidad para silbar hasta el punto que algunos pueden pensar que está grabado.
Esta obra habla del coraje, de la liberación y de la redención de una sociedad culpabilizadora que se ceba principalmente en las mujeres. Una joya que nos ha regalado Xavier Albertí y que nadie debería perderse.
