Desde que ganó el premio Nobel de Literatura en 2005, Harold Pinter, uno de los más influyentes dramaturgos modernos británicos, se ha ido convirtiendo, poco a poco, en un habitual de nuestra cartelera. Recientemente, hemos podido ver diferentes puestas en escena de obras suyas tan interesantes como Terra de ningú, L’encarregat o Vells temps. Lo que hemos aprendido, llegados a este punto, tanto las compañías, como el público y la prensa especializada es que no se trata de un autor fácil. La grandeza de Pinter se encuentra en todo aquello que sus historias no dicen de forma explícita: en las insinuaciones, los silencios y su juego de verdades, mentiras y apariencias. La col•lecció es, en este sentido, un texto muy representativo de su obra, donde marcan la pauta sus frases inacabadas, las pausas constantes y una temática incómoda de infidelidades, secretos y parejas en crisis. La dirección de Albert Pla es, formalmente, precisa y dinámica y, sobre todo, consigue la atmósfera turbia que el relato pide. Desgraciadamente, el reto de llenar de contenido el subtexto de la propuesta se logra sólo en parte. En varias ocasiones, encontramos que los actores reaccionan de forma aleatoria o confusa a situaciones que podrían haberse trabajado de forma más definida. En cualquier caso, sólo el intento ya resulta bastante estimulante y, a veces, vale más la pena correr un riesgo con un Pinter que escoger escritores más amables que, una vez representados, quizás no nos aportan tanto.
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