Hipnótica y desconcertante

La casa del dolor

La casa del dolor
02/02/2022

El telón sube lentamente y nos situamos en un comedor lujoso, de barrio adinerado, con el cuadro «Ciervo asediado por una jauría«, de Paul de Vos, al fondo del salón. Los ventanales están abiertos y el vuelo de las cortinas nos demuestra que fuera sopla el viento. Todo  tiene un aire misterioso que hipnotiza, que subyuga. Tenemos la intuición de que algo malo ha pasado o está a punto de pasar, como si una profecía hubiera atravesado el escenario como un fantasma. Después de este interesante inicio, la trama se dirige hacia ese camino y nos presenta una historia en la que la pieza central -un personaje ausente- ha desaparecido. La estructura de una familia entera se resentirá de esta pérdida, haciendo que a partir de aquel momento todos sus integrantes emprendan un camino de búsqueda tan peligroso como autodestructivo.

A momentos, esta obra nos remite a narrativas cinematográficas que también se zambullían en el misterio de las relaciones familiares y en viajes iniciáticos peligrosos. Viéndola me he acordado de Teorema, de Passolini, Eyes Wide Shut, de Kubrick o El sacrificio de un ciervo sagrado, de Lanthimos. Todos ellos ejemplos de desintegraciones familiares que a menudo se acompañaban de una estética muy concreta. El problema de La casa del dolor es que quizás no sabe liberarse del esteticismo de la propuesta -una excelente escenografía de Max Glaenzel– y presenta unos conflictos que acaban resultando ampulosos, con una pretendida carga de profundidad que le acaba yendo en contra. Los diálogos no resultan del todo creíbles y los personajes deambulan como almas en pena por escenarios cada vez más abstractos.

Víctor Sánchez Rodríguez, director y autor del texto, se esfuerza para hacer llegar su propuesta con todos los recursos que tiene al alcance: pinceladas de cabaré, escenas oníricas, algún número musical… Un trabajo interesante, pero un poco errático, que tampoco acaba de encontrar el acierto en la parte interpretativa. En definitiva, un espectáculo que lo tenía todo para ser uno de los grandes montajes de la temporada en el TNC pero que se ha quedado en un intento… cosa que también tiene su mérito y merece todos los respetos.

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