La compañía La Calòrica, capitaneada por un cada vez más prometedor Israel Solà, ya hace tiempo que está empezando a hacerse notar en el circuito independiente (y, poco a poco, algo más allá). Presentada en el Festival Grec de este año, Bluf es una sátira muy divertida sobre los jóvenes (la generación de los integrantes del grupo) que han crecido rodeados de un amplio abanico de oportunidades donde elegir su futuro pero, por unos motivos u otros, finalmente, no se han cumplido sus expectativas. Estructurada como comedia coral, la obra enlaza varias historias donde los deseos e ilusiones de los personajes se contraponen a la más dura realidad con amargura. El sentido del humor de su autor, Joan Yago, está repleto de crudeza pero también de destellos de genialidad. Igualmente, su director maneja como quiere el juego escénico donde actores, vestuario, canciones y escenografía conforman un estrambótico cabaret lleno de alegría y cinismo. Pero lo más interesante de la propuesta es el homenaje que se hace al mundo de la novela gráfica norteamericana dotando al espectáculo de una estética muy particular y sugerente. Desgraciadamente, el montaje funciona mejor como conjunto que visto en detalle, puesto que no todas las tramas tienen el mismo interés ni su desarrollo resulta siempre lo bastante atractivo para un público, en este caso, demasiado distraído por un buen puñado elementos visuales.
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