Cuatro jóvenes coinciden en Copenhague en un Erasmus. Se emparejan, se separan… pero siguen manteniendo relación y amistad después de aquello. Unos cuántos años después se continúan reuniendo, pero ahora en Barcelona y con menos asiduidad. Las relaciones entre ellos han cambiado, porque también las vidas de todos ellos han evolucionado y cambiado (en algún caso, de forma radical). Esta es la premisa de una comedia generacional que se aprovecha de elementos comunes, de nostalgias y sobre todo de sueños truncados y posibilidades perdidas.
Creo que el punto de partida es interesante, sobre todo cuando uno de los personajes suelta una propuesta que lo alborota todo. Es cierto que no es el tipo de “bombas argumentales” que tanto se estilan en muchas de las comedias de situación actuales, pero es suficiente como para hacer cambiar las posturas de los personajes y lanzarlos a una situación inesperada. Aun así, creo que hay algo que no queda bastante claro en los propósitos de Esteve, y también pienso que todo lo que gira en torno a la subversiva propuesta queda desaprovechado. Además, las entradas y salidas de los personajes resultan forzadas en algunos casos… y podríamos decir que no ayudan a hacer del todo creíble la historia.
Dicho todo esto, sin embargo, hay que reconocer que la historia se ve con interés y resulta agradable… y suficientemente divertida. El trabajo de los cuatro intérpretes –Nuria Florensa, Laura Porta, Xavier Mercadé y Raül Tortosa– tiene mucho que ver. Todos ellos van ajustándose a sus personajes a medida que avanza la pieza, y se hace difícil no verlos del todo integrados al acabar la función.