Lo primero que hay que dejar claro es que el montaje que Teatro Estudio Tees y Teatro Nómada han llevado a escena al alimón, pone el foco en la mujer, en Juana Inés, en la envergadura de su figura como mujer y en la alargada sombra que su manera de pensar y de afrontar el México del siglo XVII es aún hoy referente para todas las mujeres que reivindican la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos.
El montaje se divide en dos partes claramente diferenciadas. La primera de ellases la más sólida de las dos, y habla de la Juana niña, de la necesidad de luchar cada día para ganarse alguna ventaja ante los hombres. La historia se cuenta a través de poemas de Sor Juana y de una obra de teatro de la misma: Los Empeños de una Casa. La iluminación tenebrosa de esta parte arroja misterio y oscuridad, la de su tiempo. El trabajo del elenco es solvente: Karla Constantini y María Balam interpretan distintos momentos de Sor Juana y llevan a cabo un juego de espejos hábil y sugerente. Argote y Rojas son el contrapunto ridículo a la sabiduría de la décima musa.
La segunda parte pierde algo de cohesión y se torna un poco deslabazada. Aún así, en todo momento se vislumbra un trabajo de investigación y de recuperación de una figura olvidada, pero con un peso fundamental para las letras hispanoamericanas, y para el feminismo que no ha nacido ayer.