Andrés Lima lleva al escenario del Teatro Goya el clásico estadounidense de Herman Neville, una novela que está considerada un clásico dentro de la literatura universal: Moby Dick. Una adaptación de la novela de Neville por parte de Juan Cavestany que propone a Josep Mª Pou como un capitán Ahab enloquecido con la idea de matar a la ballena blanca que le arrancó la pierna.
Cualquier lector habitual sabe lo complicado que resulta adaptar una novela y reconvertirla a un texto teatral. El desafío, por tanto, de convertir un clásico universal de más de seiscientas páginas en una obra de teatro de solamente 80 minutos es un desafío considerable. Pese a esto, el texto de Cavestany cumple con las expectativas y recoge gran parte de la profundidad del texto de Neville.
Esta adaptación pone bajo el foco todas las reflexiones de Ahab acerca de la muerte y de la obsesión que la ballena le merece. Para centrarse en esto, se reduce solamente el elenco a dos arponeros que acompañan a Ahab. No se necesitan más. La obra no trata de reproducir el argumento de Moby Dick de manera textual y exacta, sino que trata de adaptar la locura de Ahab y toda la profundidad de sus discursos acerca de la muerte, de la obsesión.
Moby Dick trata de algo mucho más profundo que una mera historia que trata sobre un arponero y una ballena. En esta adaptación, Josep Mª Pou en la piel de Ahab consigue (con una actuación soberbia) encarnar a un hombre loco que vive la muerte antes incluso de llegar a ella. Mediante parlamentos extensos de una belleza poética extrema (en ocasiones quizás demasiado retóricos) y una ayuda impecable de la puesta en escena y los recursos audiovisuales, ningún espectador queda indiferente ante la ballena blanca y el arponero enloquecido que la persigue.