Hace unos días, el Teatre Lliure anunció que en junio de 2019 llegará a Barcelona y por tercera vez en España Mount Olympus, el famoso espectáculo de 24 horas dirigido por Jan Fabre. A casi un año vista, el evento agotó entradas en unas pocas horas. Y es que sus montajes tienen fama de ser experiencias inolvidables, por su gran impacto y la polémica que generan. Mientras esperamos la cita, el Grec nos dio la oportunidad de irnos entrenando en su estilo con Belgian rules, belgium rules, un montaje también grande en forma y en duración: Casi cuatro horas sin entreacto.
Se trata de una sátira de la patria belga, con sus pros pero sobretodo con sus contras. Las palomas como símbolo de amor-odio nacional, el erizo como metáfora del carácter reservado de sus habitantes; las normas absurdas que rigen el país y la cerveza, mucha cerveza. Todo ello y muchos más referentes son ampliamente ridiculizados a través de la ironía y la repetición. Se mencionan costumbres locales como las Fermettes – imitaciones de granjas tradicionales hechas con materiales nuevos y en entornos no rurales-, las coloridas comparsas del carnaval y las tradiciones festivas, pero también la prostitución escondida y la importante fuerza del negocio armamentístico – pese a que el país se vanaglorie de no participar directamente en conflictos bélicos-. Además, también hay tiempo para los referentes artísticos que forman el orgullo de la patria: Desde los pintores del siglo XV como Jan van Eyck hasta el surrealismo de Magritte.
Técnicamente, Fabre cuenta con un gran montaje. Y no por grandes infraestructuras, sino por muchos elementos…
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