La compañía Atresbandes y el colectivo formado por Bertrand Lesca y Nasi Voutsas se han unido para crear un espectáculo que disecciona, con mucha ironía, la concepción del hecho teatral y todo lo que este comporta. Todo empieza con un escenario prácticamente vacío y dos actores fuera de campo que van narrando cada una de las decisiones tomadas: aparecer o no en el escenario, encender uno u otro foco, hacer o no hacer determinados gestos… Una manera sutil de hacernos ver como puede ser de caprichosa, y también de correcta o incorrecta, la creación artística. Es en este momento cuando el espectáculo coge vuelo y deja al descubierto su propósito -impagables las falsas intervenciones del público o la aparición en escena de la traductora-, a pesar de que da la sensación de que se hubiera podido arriesgar más. Falta un crescendo que creo que no llega, puesto que la supuesta escena culminante resulta más ridícula que políticamente incorrecta. Pero, sea como fuere, It don’t worry me despierta entre los espectadores justo aquello que pretende, que algunos marchen convencidos y con una sonrisa cómplice y otros marchen con la sensación que se les ha tomado el pelo durante una hora y cuarto. Es lo que tiene la provocación.
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