Ahora que los musicales ya son un género habitual de nuestro panorama teatral, resulta enriquecedor que, poco a poco, vayan apareciendo nuevas propuestas que llenen también el espacio de producciones medianas que reduzcan el abismo que existe entre el gran y el pequeño formato. Invisible es un montaje creado por Sílvia Navarro y Ernest Fuster con un interesante carácter futurista y pop que habla sobre los recuerdos y la influencia de estos en nuestra felicidad presente y futura. Con una composición musical de un nivel aceptable, la propuesta resulta entretenida y consigue algunos momentos tiernos. Desgraciadamente, también es un poco previsible y cae en trampas narrativas donde la propia historia se enreda, perdiendo coherencia y efectividad. También se echa de menos una química más evidente entre las dos protagonistas femeninas, puesto que el carisma del actor Adrián Rodríguez (por cierto, un poco sobreactuado) desvía la atención de lo que sería la verdadera trama. Destaca, por otro lado, una escenografía muy cuidada, sugerente y práctica que aporta una estética de ciencia ficción que pone, inmediatamente, al público en situación. La dirección de Alícia Serrat es bastante funcional pero también falta de detalles que podrían aportar, con sutileza, información de la psicología de los personajes y las relaciones entre los tres. Sin embargo, la obra resulta simpática y tiene potencial para crecer y mejorar mucho durante el transcurso de la temporada.
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