Solemos perder la noción del tiempo cuando difuminamos su propio significado, cuando no lo valoramos como tal y nos perdemos en algún mundo lejano y remoto de nuestra mente, cuando imaginamos, o cuando vivimos la realidad instante a instante, absortos en ella. Es difícil olvidar el paso del tiempo, hoy en día un auténtico imposible. Pero el equipo de Projecte Ingenu tienen algo que decirnos. O más bien, algo que mostrarnos.
Comienza la función y lentamente, como cocinado a «fuego lento», el tiempo se consume y desvanece y viajamos a un mundo de sombras y luces, un lugar húmedo. Una suerte de infierno tan rico en figuras, símbolos e imágenes poéticas que el tiempo ya no es tiempo. Un estanque y un océano; una discoteca y un cementerio; un cúmulo de nubes que nos hace ser el mismísimo caminante sobre el mar de nubes. Un infierno tan bello que resulta tentador quedarse.
En esta adaptación contemporánea del Fausto de Goethe, Projecte Ingenu nos presenta una versión libre del clásico. No hay prisa para llegar a donde quieren llevarnos. Quizá por eso mismo nos atraen lentamente a su imaginario, y quizá por eso mismo consiguen que nos perdamos en el mundo lejano que comparten con nosotros y que nos hacen vivir instante a instante.
En nuestro día a día es difícil perder el tiempo de vista. Ojalá la vida estuviera tan llena de hechos tan sugerentes (o pudiéramos pararnos a verlos más a menudo) como sugerente es este inFaust, con su Mefistófeles siempre cerca de su oreja.