Los latidos del horror

Incendis

Incendis
23/06/2015

Hay montajes buenos y montajes que no tanto… y después hay otros que, más que montajes, son un acontecimiento. El fenómeno de Incendis empezó en 2012, cuando Oriol Broggi la llevó al Teatro Romea, dando a conocer un autor que, después, se ha acabado convirtiendo en uno de los referentes más importantes de la dramaturgia internacional: Wadji Mouawad. Curiosamente, las propuestas que, posteriormente, hemos podido ver en nuestra ciudad tanto de Mouawad (Litoral, Cels o Seuls) como de Broggi (L’orfe del clan dels Zhao) han repetido, en mayor o menor medida, elementos ya presentes en Incendis y que nunca han funcionado de forma tan perfecta. Y es que el espectáculo protagonizado por Clara Segura y Julio Manrique es un ejemplo único de comunión entre estructura y contenido, autor, director y actores. Resulta increíble como una obra de más de tres horas de duración es capaz de aguantar, en todo momento, el ritmo, la intensidad, la emoción y el interés, lo cual demuestra que nos encontramos ante un trabajo excepcional. Pero la mejor virtud de este drama moderno sobre el horror de la guerra, con ecos de Shakespeare y de algunas tragedias griegas, es saber combinar, con naturalidad, una vertiente más política con otra más universal; un nivel íntimo de los personajes con unas ramificaciones que conectan la historia con casi todos los niveles de la existencia humana. Su argumento está tan vivo que, más que avanzar, parece que lata, al ritmo de los inteligentes efectos sonoros de Broggi, tan característicos y efectivos que ya han creado escuela. En resumen, y por decirlo con una expresión más tópica: Incendis es una obra que, sencillamente, hay que ver porque, con los años, todos la recordaremos y seguiremos hablando de ella.

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