No he estado nunca, en Estambul. Y me atrae lo que he oído: cruce de dos continentes, dos religiones, dos culturas y dos mundos. Puente y abismo, según se mire. Una ciudad un poco caótica y laberíntica. Sí, lo que conozco son sólo tópicos, no sé si reales o no. Pero algo de eso es lo que he visto en HISTÒRIES D’ISTANBUL, así que un poco ciertos sí deben serlo, que el texto lo ha escrito una dramaturga turca, Yeşim Özsoy. Ayuda a esta sensación de dualidad y caos controlado que 6 actores interpreten a 12 personajes, todos entrelazados entre ellos por varias relaciones. Me costó bastante entrar, cierto, como si fuera perdido por callejones.
Me ayudó a encontrar la salida y no sentirme tan fuera de lugar el que, reflejo de la realidad humana, muchas de estas historias de Estambul en realidad podían pasar en cualquier lugar. Matrimonios desgastados, jóvenes que se rebelan, fidelidades extremas a idearios religiosos o políticos, grupos sociales enfrentados, ansias de libertad, la emigración de los jóvenes, la batalla del día a día … Y bien mirado, no hay buenos ni malos, las personas somos más complejas, en general, que una etiqueta.
Y al final, para mí, una sensación de ser aplastado por la vida, de ser protagonistas de pequeñas historias que no son nada a poco que nos alejamos del microcosmos pero de cerca, lo son todo.
Lo mejor: las interpretaciones.
Lo menos mejor: cierta reiteración en conversaciones y temas, pero al final, la vida cotidiana es así, siempre nos repetimos, en las quejas y alegrías.