Un Hamlet minimalista pero lleno de fuerza

Projecte Ingenu: Hamlet

Projecte Ingenu: Hamlet
01/01/2015

En este Hamlet, la Sala Atrium se transforma de arriba a bajo para acoger un montaje originalísimo. Si siempre la habíamos visto con una grada estrecha ante un escenario reducido, aquí han aprovechado la longitud de la sala para convertir la parte central en un escenario subido encima de una tarima de madera formada por bloques que se encogen y se expanden como si fueran piezas de lego, y en cuyo debajo hay agua. El único objeto físico de escenografía es la copa, símbolo del veneno y de la muerte, omnipresente durante la obra entera, que está teñida de muerte, como todos sabemos. Quizás la única observación crítica que haría a este montaje tan imaginativo es que el líquido de la copa sea transparente y no de color rojo oscuro, como correspondería a la sangre derramada.

Yo, que no soy muy partidaria de las actualizaciones de los clásicos, salí muy gratamente sorprendida de la Sala Atrium porque han conseguido representar el Shakespeare más famoso sin perder ni un ápice de fuerza ni de intensidad. El montaje es moderno en tanto que no hay escenografía ni vestidos de época, pero el texto es el original y la fuerza y la expresividad con la que cada actor se pone en la piel de su personaje hacen revivir el Hamlet shakespeariano como si se estrenase de nuevo. Cabe alabar, por encima de todo, el Hamlet de Raimon Molins, un príncipe enloquecido que se hace dueño del escenario, del resto de actores y de un teatro de pequeño formato que en esta ocasión se crece porque el texto es grandioso y la interpretación también. Es un Hamlet fiel al original, con algunas alteraciones escénicas, y es que en mi opinión, los clásicos no hay que actualizarlos porque como tales, son intemporales.

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